Wednesday, April 15, 2009

Guadalupe, tierra milenaria...

Mi pueblo, Guadalupe, acuñado entre arrozales, visto desde el aire, quizá desde el ojo de un pájaro futuro e histórico. Quizá visto desde el lomo de mi sueño inacabado.

Guadalupe, tierra milenaria, de epíteto ignorado -de soslayo- por autoridades y comunes, en clarísima negación de sus raíces prehispánicas.
Guadalupe, pueblo sistemáticamente desmembrado; de fronteras históricamente carcomidas, cercenadas, mordizquedas por propios y ajenos.

Guadalupe, pueblo que persigue con ojo cerrado el sueño casi utópico de ser PROVINCIA.

Guadalupe, pueblo cuyo nombre debió ser quizá Omnep, quiza Anlape, etc., en aras de un nombre con identidad, en aras de un nombre único (en el mundo hay más de un par de docenas de pueblos que llámanse Guadalupe, o algo parecido)

¿Hasta cuando Guadalupe, permitirás aquello?

Te amo Guadalupe, tierra milenaria, pero este amor no me obnubila, no me priva señalar tus tristezas; tristezas que desde siempre han sido mías, desde siempre me han dolido.

Guadalupe, no te enojes conmigo.

Sunday, April 05, 2009

Pakatnamú…

Este mes mi pueblo, Guadalupe, cumple un año más de su fundación española (15 de abril de 1550) por lo que aquí cuelgo una brevísima nota sobre uno de sus íconos arqueológicos que aluden a su ascendencia prehispánica; ascendencia de la cual yo particularmente me siento muy orgulloso, y por la cual he trabajado desde inicios de los ´90 con la sola intención de revalorarla. El pensamiento que sustenta todo mi trabajo en el área de la identidad cultural es: negar a alguno de mis componentes genéticos-culturales es negarme a mi mismo. No soy ni indio, ni hispano, soy mestizo, y punto.

Pakatamú

Ciudadela de barro, escenario por donde desfilaron los moches, los chimúes, los incas... Está construida en una especie de meseta triangular de 80m de altura, flanqueada por el océano pacífico a un lado, por los arrozales al otro, y por los cerros al fondo. Consta de más de 50 complejos arquitectónicos, con pirámides truncas hechas de adobes de barro. Fue el centro de poder religioso y político más importante del valle Jequetepeque, en su época de gloria. Esta ciudad sagrada ha merecido la atención de científicos alemanes, rusos, japoneses y norteamericanos.