Un texto de Miguel Arbildo,
miembro activo del Grupo Literario Namul,
leído el 28 de setiembre en el 14 aniversario del grupo
miembro activo del Grupo Literario Namul,
leído el 28 de setiembre en el 14 aniversario del grupo
Integrarme a Namul, fue comenzar una travesía inolvidable. La tarde de setiembre del 97 llegué citado a la Biblioteca Municipal de Guadalupe en donde me esperaban unos jóvenes sostenidos en el afán de “Contagiar su canto a las mil cuerdas que pasean, como calladas, por las calles largas y preñadas de historia…”(1). A partir de entonces, Namul surge oficialmente como grupo, fortaleciendo actualmente su fibra literaria que no ha logrado arrancar el tiempo.
En sus albores, Namul edita sus textos que carecen de destreza elocutiva. Textos editados a máquina de escribir, y financiados por cada integrante. Ese año (1997) se ejecutaron 2 exposiciones pictóricas - poéticas que nos abrieron las puertas para entrar en la escena cultural guadalupana. Ello debido al esfuerzo mancomunado de sus ocho integrantes: Robert Jara, Josué Vallejos, William Bueno, Víctor Campos, Iván Ruiz, Lucio Ríos, David Mendoza y quien aquí escribe. Con respecto a Jara he albergado una interrogante: ¿Cómo él, cargando prejuicios de bachiller en ciencias físicas, y no siendo además del mismo hotel de Guadalupe, sino radicado en el campo –Semán–, tuvo la temeridad de fundar un grupo literario? Hasta me resulta gracioso, a veces nostálgico, recordarle esperándonos en la Biblioteca Municipal o en la Plaza de Armas con su vieja bicicleta chacarera, su mirada vehemente y tímida, albergando el anhelo de que Namul pase a la plataforma de la historia guadalupana. A raíz de tales preguntas, colijo que no se necesitan títulos ni ventajas topográficas para representar una causa honorable.
Conocida es la etapa de letargo en que decae Namul durante algunos años, cuando su fundador viaja a Puerto Rico, y sus integrantes se dispersaron por cuestiones laborales y de estudios, sin embargo no se deshizo del todo. Namul redujo sus eventos a tertulias literarias. No sin dejar de estar comprometido con la lectura de textos literarios. Durante aquel tiempo impelido por las obras de Jack London, Julio Verne, Andersen, Li Po, Eguren, cultivé la poesía, también la prosa, sin herramientas de las técnicas narrativas contemporáneas, retrotrayendo escenarios del distrito La Victoria, Chiclayo, donde nací y me crié hasta los 12 años.
Escribo atraído por mi tierra natal, evocándola siempre; acaso, sin saberlo algún tiempo, he corroborado lo que Vargas Llosa diría, El escritor no elige los temas, sino los temas eligen al escritor. Además he podido notar – convencerme- de que mis hermanos namulianos (Josué y Robert – escritores activos de Namul-) también se han esforzado ardorosamente para crecer en el cultivo de la narrativa y la poesía, cada quien con sus estilos peculiares que certeramente han ido adquiriéndolos. Esto puedo acreditarlo con sus obras publicadas de manera individual y colectiva en este año 2011. Namul ha elevado su nivel literario, no sólo por inspiración y el afán de escribir, iniciales durante su etapa de gestación (esto cualquier irresponsable posee y cree que es suficiente para ser buen escritor), sino que ha elevado su nivel debido al talento, la perseverancia y la lectura acuciosa, imprescindibles para quienes aspiran ser connotados.
(1): Enunciado de Robert Jara, extraído de la presentación a la plaqueta Ocho cuerdas vibrando de emoción -1997.
En sus albores, Namul edita sus textos que carecen de destreza elocutiva. Textos editados a máquina de escribir, y financiados por cada integrante. Ese año (1997) se ejecutaron 2 exposiciones pictóricas - poéticas que nos abrieron las puertas para entrar en la escena cultural guadalupana. Ello debido al esfuerzo mancomunado de sus ocho integrantes: Robert Jara, Josué Vallejos, William Bueno, Víctor Campos, Iván Ruiz, Lucio Ríos, David Mendoza y quien aquí escribe. Con respecto a Jara he albergado una interrogante: ¿Cómo él, cargando prejuicios de bachiller en ciencias físicas, y no siendo además del mismo hotel de Guadalupe, sino radicado en el campo –Semán–, tuvo la temeridad de fundar un grupo literario? Hasta me resulta gracioso, a veces nostálgico, recordarle esperándonos en la Biblioteca Municipal o en la Plaza de Armas con su vieja bicicleta chacarera, su mirada vehemente y tímida, albergando el anhelo de que Namul pase a la plataforma de la historia guadalupana. A raíz de tales preguntas, colijo que no se necesitan títulos ni ventajas topográficas para representar una causa honorable.
Conocida es la etapa de letargo en que decae Namul durante algunos años, cuando su fundador viaja a Puerto Rico, y sus integrantes se dispersaron por cuestiones laborales y de estudios, sin embargo no se deshizo del todo. Namul redujo sus eventos a tertulias literarias. No sin dejar de estar comprometido con la lectura de textos literarios. Durante aquel tiempo impelido por las obras de Jack London, Julio Verne, Andersen, Li Po, Eguren, cultivé la poesía, también la prosa, sin herramientas de las técnicas narrativas contemporáneas, retrotrayendo escenarios del distrito La Victoria, Chiclayo, donde nací y me crié hasta los 12 años.
Escribo atraído por mi tierra natal, evocándola siempre; acaso, sin saberlo algún tiempo, he corroborado lo que Vargas Llosa diría, El escritor no elige los temas, sino los temas eligen al escritor. Además he podido notar – convencerme- de que mis hermanos namulianos (Josué y Robert – escritores activos de Namul-) también se han esforzado ardorosamente para crecer en el cultivo de la narrativa y la poesía, cada quien con sus estilos peculiares que certeramente han ido adquiriéndolos. Esto puedo acreditarlo con sus obras publicadas de manera individual y colectiva en este año 2011. Namul ha elevado su nivel literario, no sólo por inspiración y el afán de escribir, iniciales durante su etapa de gestación (esto cualquier irresponsable posee y cree que es suficiente para ser buen escritor), sino que ha elevado su nivel debido al talento, la perseverancia y la lectura acuciosa, imprescindibles para quienes aspiran ser connotados.
(1): Enunciado de Robert Jara, extraído de la presentación a la plaqueta Ocho cuerdas vibrando de emoción -1997.
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