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Tierra milenaria,
un canto de amor a mis raíces
un canto de amor a mis raíces
He tenido el privilegio, ya sea debido al
desinterés de los que me precedieron o ya sea debido al adormecimiento
histórico de los mismos, de elevar a Guadalupe a la categoría de motivo musical
andino[1]. Si bien otros le han
cantado, también es cierto que no salieron del criollismo (género musical
asumido sin cuestionamientos ni reparos como el único género representativo de
la zona). ¿Acaso nuestros abuelos (léase chimúes, moches, etc.) no soplaron sus
quenas y sus zampoñas, no zapatearon al ritmo de sus waynos? Esta pregunta me
colocó, desde mi juventud, frente a un incómodo silencio, a un vacío histórico.
¿Cómo es que esos elementos musicales terminaron excluidos de la música
guadalupana? ¿Cómo es que dimanaron siendo elementos casi exclusivos del
folklore andino?
Mi preocupación por
el problema de la identidad cultural cobró firmeza y realidad con la
composición de “Tierra Milenaria” (1993), cuyo título por sí solo
era ya emblemático, una provocación al canon cultural, a la elite enajenada;
antes de esta canción, Guadalupe siempre había sido La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe.
Si bien se había vuelto tradicional llamarle a Guadalupe, La Cuatricentenaria Ciudad de Guadalupe,
en clara alusión a su fundación y ascendencia españolas, era necesario aclarar
a propios y foráneos que la fundación española no creó, ni inventó al hombre
guadalupano; el guadalupano vivía
aquí desde hace milenios vestido con sus propias tradiciones y costumbres como
una comunidad de indios. La fundación española representó un simple acto formal de fundación[2]
de un pueblo que pre existía a la llegada de los españoles. Esta pequeña comunidad prehispánica, asentada
en Omnep, es la que junto con los
padres agustinos se asentaría luego en Anlape,
en las faldas del cerro Namul; comunidad que finalmente se asentaría en lo que
hoy es la actual plaza de armas de
Guadalupe. No hay que olvidar que este pueblo milenario recién adoptó el nombre
de Guadalupe, el cual perdura hasta el día de hoy con variaciones leves, el año
1562, cuando la imagen de la virgen de Guadalupe arribó a estas tierras desde
Extremadura, España. Es en memoria y tributo a estos abuelos prehispánicos,
víctimas del olvido y/o desdén de sus propios nietos y autoridades, víctimas de
una historia blanqueada, víctimas gratuitas en nombre de un abolengo hispano,
que desde hace casi dos décadas y media difundo y exclamo: Guadalupe, tierra milenaria.
Tierra
Milenaria, canción folklórica compuesta el año 1993. Primer tema en la historia
musical de Guadalupe que trae de vuelta
a la memoria colectiva la ascendencia prehispánica (milenaria) y la condición
mestiza del hombre guadalupano, elementos culturales casi sepultados y borrados
por la expresión popular, aparentemente inofensiva: La Cuatricentenaria Ciudad de
Guadalupe. El título por sí solo enfrentaba a este problema; ni qué decir de la
letra, el ritmo y la melodía.
A paso lento, pero
seguro, Tierra Milenaria se fue instalando
en el imaginario colectivo como el himno folklórico de Guadalupe, como el himno
alternativo (al oficial). Tierra Milenaria inicialmente fue
tocada por Llakinay, un grupo humilde de Semán, como paliativo a la negación de
los grupos de la ciudad. Solo algunos años después, Solnakanu, que por entonces
se proyectaba desde Guadalupe, se animó a tocarla; esa aventura quedó
perennizada en un video que hizo Raúl Nakasone y que se difunde por Internet. El
2004, fue grabada en AIMA Studio (Argentina) como parte de un proyecto de la Asociación
Internacional de Músicos Andinos; esta versión, por su calidad, fue la que cimentó
y aceleró su popularización: yo, personalmente, la difundí por la redes;
también la difundió Oscar Espinoza a través de Radio G; la utilizó Laly Gálvez
para realizar un video que se difunde por YouTube; la utilizó como base Manuel
Álvarez Ascoy (Bambú Producciones) para realizar dos versiones no folklóricas,
una de ellas interpretada por el coro “Pequeñas Voces Guadalupanas” y es
difundida por Internet. Y, sobre todo, se mantuvo vigente porque Los Jara (Joe
Jara, Robert Jara, Edinson Torres, Cucho Lamela, entre otros) nunca dejaron de la
tocarla en cada presentación, pública o privada que tenían. Me he enterado que
se canta en algunos colegios, y que, frecuentemente, se toca en ceremonias
oficiales.
Estando
en Puerto Rico, hurgando en la Internet, descubrí (quizá
el 2000) que Tierra Milenaria había
sido traducida al Muchik. La sorpresa se agrandó cuando descubrí que el
traductor se llamaba Antonio Hermógenes Sachún Cedeño. ¿Sachún? Y se me vino a
la memoria mi profe Sachún de historia universal, tercer año de secundaria.
Averigüé más y descubrí que el traductor y mi profe eran la misma persona.
Entonces recordé que tuve el privilegio de que el profe Sachún me enseñara,
aunque fuera por unos meses debido a que justo ese año dejaba Guadalupe para
irse a vivir a Moche - Trujillo. Fue emotivo ver mi canción en el idioma
extinto de los abuelos de mis abuelos: Ejep
aio, rezaba el título.
¿Y por qué valoro
tanto las "interpretaciones y usos" que ha tenido mi canción? Porque
han sucedido por voluntad propia y espontanea de los involucrados; es decir, no
he tenido que rogar, ni implorar. Y he ahí el porqué de mi sincero
agradecimiento a los que de un modo u otro ha contribuido para que mi canción
se vaya escapando, en el buen sentido, lentamente de mis manos, y quizá se haga
cierto lo que mi
hermano Joe me dice: Robert, Tierra
milenaria ya no es tuya, es del pueblo.
A mediado de los 90, a Guadalupe, le obsequié
la waynonera “Tierra Milenaria”, que está cumpliendo 25 años de existencia, y
el wayno “pakatnamú”; el 2015, la plaqueta literaria Promesas al pie del barranco; el 2016, Santo remedio; el 2017, Un
ateo longevo; para no perder la costumbre, este año, le estoy obsequiando la
“marinera” Mi guadalupanita (estudio M Music Studio) un canto fusión a la
flor del arroz, que por años Los Jara
ya la vienen cantando. ¡Salud(os), Guadalupe, tierra milenaria! ¡Ejep aio!
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