Monday, February 20, 2006

Definiendo las trincheras...

Hay dos tipos de persona: la que sumisamente asume todo y la que todo primero rumia (luego saborea y entonces recién come o escupe). Yo desde siempre intenté acomodarme en el segundo bando (no sé si lo he logrado), por que estoy convencido que el primero no es más que el instrumento zombi usado sabiamente por una "elite" de buitres para crear "paradigmas" fantasmales.

Una vida sin la opción, sin el derecho de poder escupir las cosas que nos taconean y nos taconeamos, es una estadía estéril, un otoño permanente. Por más que los viejos nos regalen bocados que le supieron dulces, hay que rumiar primero. Rumiar es una condición humana, que parece costar demasiado, pero que borra del alma el sentimiento de monotonía que deja el agua siempre cayendo, o el tren que, sin inmutarse, corretea sobre la sólida ruta que otros trazaron.

El hombre es un tren que puede descarrilarse. Rumiar quizá sea el mudo manifiesto del temblor interno, del anhelo humano por recorrer rutas exóticas, vírgenes e insospechadas; pero que nada lo justifica, nada, si no hace mas que colapsarse en una protesta nihilista, en un desdén prejuicioso contra la ruta heredada.

El mundo no es sólo el que otros han tejido..
el mundo es aquello
más lo que vamos tejiendo.