Friday, August 31, 2007

Poema de algún niño...


Quiero que sepas mamita
que en tu vientre
jamás he tenido hambre
jamás he tenido frío

Quiero que sepas mamita
que en tu vientre
oía a veces tu risa
oía a veces tu llanto
viniendo como un rumor de agua lejano

Quiero que sepas mamita
que en tu vientre
la cuna más blanca y tibia que he tenido
aunque tú nunca me oyeras
yo he reído mucho mucho con tu risa
yo he llorado mucho mucho con tu llanto

Mamita
no llores
nada supera a tus brazos

Thursday, August 30, 2007

Salvarse por la salsa...


un poema de Pedro Granados


Encabúyalo y vuelve y tira.
Como tu paso que al calor
de los muslos de la hembra
va y viene. Sin amordazarla.
Permitendo que se defienda.
Midiéndola sin medirla.
Un tirabuzón común descorchando
al pasito
las vastas ofrendas de la noche.
Una comunidad donde el error
se supera a punta de ritmo.
Y donde dos son uno:
hollándose y atravesándose
a pesar de las sombras.

Monday, August 27, 2007

Poetas en la gloria...



El poeta gordo se despertó con el beso de su mujer. Chau, cholito. No te olvides de mis encargos. Chau corazón. Se limpió las legañas y cerró los ojos de nuevo. Estaba recobrando el sueño cuando timbraron a la puerta. Era el poeta flaco que venía a matar la mañana. Lo hizo pasar y le sirvió un café bien cargado. Si quieres entretenerte, allí está el periódico, le dijo. Tenía toda la intención de volver a la cama cuando sonó el teléfono. Llamada internacional le avisó la operadora. Sintió de inmediato ese aliento suspendido de las buenas noticias. Muchas gracias por avisarme, dijo y colgó. Después sonrío y puso la cara más risueña que tenía. Quiso saltar, bailar, gritar, pero se contuvo. No podía manifestar tanta alegría delante del poeta flaco. Su mujer merecía ser la primera en enterarse. En vivo y en directo. Por algo lo había mantenido todos estos años.

Ahíto de felicidad se metió a la ducha y salió vestido con su mejor tenida ¿Y hoy dónde almorzamos? preguntó con ánimo festivo. El poeta flaco dejó por un momento de hacer el crucigrama, sorbió el concho del café y se rebuscó los bolsillos. Ando aguja, hermano. De pronto los ojos pícaros del poeta gordo relampaguearon y se dirigieron hacia la guía telefónica, como si se le hubiera ocurrido una idea genial. Levantó el fono y discó. Buenos días, dijo con su vozarrón estruendoso. Somos del Universal, de la recién inaugurada página gourmet. Estamos haciendo una serie de reportajes sobre los mejores restaurantes de Lima. Quisiéramos saber si podríamos ir a almorzar hoy. Sí, somos tres personas. Gracias.

Una sonora carcajada cerró la conversación telefónica del poeta gordo. Nos ganamos. Encima hay un festival de comida novoandina. El poeta flaco se sobó las manos e imaginó la sorprendente mesa que le esperaba en la gloria. Unos whiskies para arrancar y hacerla larga. Etiqueta negra. Tomar azul como el presidente es una huachafería. Varias rondas, digo, para amenizar la tertulia y asegurar el decoro de las ideas. Porque no hay como comer en compañía de buenos argumentos y reflexiones sugerentes. De entrada unos rocotos rellenos de setas cusqueñas y coles de bruselas. Nunca repetir un tópico, que cada charla sea una invención, un acto creativo, un despliegue de imaginación. De fondo, un lomo de alpaca en salsa de funghi porcini. Jamás dejar la conversación en boca de un ignorante. A los postres mousse de frambuesas y lúcuma con chocolate bitter. Bienaventurado el que teniendo ideas claras las explaya con estilo y ponderación. Bienaventurado también el que no teniendo nada que decir, se abstiene de expresarlo con palabras. Y claro, un gran tinto riojano para asentar la carne. Podría ser un marqués de cáceres. Un navarro correas 1999. O un riscal. En los tres casos un maridaje de la gran puta.

¿Y a quién invitamos? se preguntaron los dos al unísono. ¿A alguna chica guapa y coquetona? No, si se entera mi mujer me cuelga. ¿A Polanco entonces? El poeta flaco lo llamó a su estudio pero adujo que estaba pintando como loco. Tengo que aprovechar la luz, hermano. Estoy preparando una muestra. Qué lástima. Ni que la luz se fuera a acabar. Momentos más tarde recordaron a Marco pero ahora estaba metido de pico y patas en la academia de la lengua y se había distanciado de sus amigos de juventud. ¿Y Arturo? Arturito vive lejísimos. En el culo del mundo. Solo viene de Chosica una vez a la semana. Y qué te parece si llamamos a Paco. No seas mierda, el pobre se está muriendo... Cavilaron y cavilaron y no se les ocurrió invitar a nadie más.

Ya son las once, dijo el poeta flaco mirando el rólex que había heredado de su padre. A las once todo buen caballero inglés llega al club y se dispara su primer escocés. ¿No tendrás un whiskicito para comenzar? A propósito, dijo remirando el calendario de su reloj. Hoy es 2 de noviembre, día de todos los muertos. Tenemos motivos de sobra. El poeta gordo fue a la cocina y volvió con un tacama a medio abrir y un trío de copas sujeto con los dedos. La tercera es para el finado, aclaró. Que vivan los muertos, cantó el poeta flaco emocionado. Salud poeta. Salud colega.

Yo creo que los poemas vienen escritos desde el más allá, dijo el poeta gordo que cultivaba una antigua afición por las ciencias ocultas. Luego contó de un poema suyo en alemán que escribió en una duermevela y recitó aquel otro que resultó estar en quechua, pese a que no dominaba ninguna de ambas lenguas. Lo profético y lo poético, se entrelazan siempre en el gran poema, pontificó antes de servir más vino en las copas y soplar la botella. Para casarme con la musa, añadió. Con Erato, digo, y bajarle su calzoncito rosado hasta verle la conchita de nácar.

Una nueva risotada inundó el pequeño departamento del edificio San Nicolás. El poeta gordo paladeó las últimas gotas de su copa y fue a la cocina por más trago. Encontró un espumante poblete que había quedado de la navidad y sin mucho asco lo descorchó. Cargó tres copas largas de champagne entre los dedos para seguir celebrando el día de difuntos. No está mal, dijo sorbiendo la espuma que se derramaba. A la salud de los muertos, volvió a cantar el poeta flaco.

Las muertes mas duras son las de los amigos que se fueron pronto, dijo con su voz bronca el poeta gordo. Un hilo de melancolía invadió su mirada alegre. Recordó en el acto a Javier, a Hernando, a Lucho. Y aparecieron unas ganas soberanas de conversar con ellos, de conocerlos más, para aprender sus más intrincados secretos poéticos. Y recordar los tiempos del patio de letras o las reuniones en la imprentita de Sologuren ¿Te imaginas si nos dictaran los poemas que no pudieron escribir porque la vida se les fue? No sería mala idea, dijo el poeta flaco. Ahora que Erato nos abandona por largas temporadas y se larga con los poetas jóvenes como una puta cualquiera.

La muerte eleva a los poetas jóvenes a una condición superior que los poetas que permanecen vivos no pueden alcanzar. Están en lo más alto del Parnaso. Son como dioses, sentenció el poeta gordo. Todos murieron antes de los cuarenta años: Jorge Manrique, Percy Shelley, el propio Byron, Rimbaud, Novalis, Bécquer, Miguel Hernández, García Lorca, Dylan Thomas, Valdelomar, Alejandra Pizarnik, Javier, Hernando, Lucho… Salud muchachos. Una gota de envidia cruzó la frente del poeta flaco y se depositó en su corazón. Esa gloria sólo es momentánea, comentó. Luego dijo que nadie le quitaba lo bailado. Que tenía una obra constante a lo largo de los últimos cuarenta años, que había viajado por todo el mundo y conocido a mucha gente notable. Y que había tirado, chupado y comido como pocos en el planeta tierra gracias a su condición de poeta. No como esos jóvenes vírgenes que sólo escribieron tres plaquetas y mancaron… Claro, en este país necesitas que te mueras para que te hagan los homenajes que te mereces. Pero bueno, ese es otro cuento.

Acabado el espumante quedó en la alacena una cachina iqueña de muy buen sabor y bouquet, según el poeta gordo. La compré en la última vendimia alcanzó a decir, antes de que el poeta flaco se acercara a servirse un vaso y trastabillara en el camino. Quizá la muerte nos iguale a todos, alcanzó a decir una vez que se levantó del traspié. Muertos todos, los jóvenes y los viejos deben bailar sólo con el pañuelo de su talento, de su obra y de su trayectoria. El veredicto de la historia ya no dependerá de cuestiones accesorias como cuántos años tenías al momento en que la pelona te pescó.

El poeta gordo abandonó la conversación y fue a cerrar las cortinas. La penumbra cayó bruscamente sobre el pequeño comedor. Habrá que comunicarse con los poetas muertos, añadió. Extrajo de la vitrina una tabla con el abecedario pintado encima, y una copa de cognac. No seas loco, censuró el poeta flaco. No te asustes, hermano, no pasa nada. Los muertos son más pacíficos que los vivos. Pon apenas dos yemas sobre la copa invertida y déjala llevar por fuerzas inescrutables que no son de este mundo. La voz grave y cavernosa del poeta gordo retumbó en el depa del San Nicolas. Vengan amigos poetas en este día de todos los muertos, acudan a este llamado. Capta con tu mente las poderosas ondas que trasmiten en el éter las almas de los poetas que en el mundo han sido. Concéntrate. La copa comenzó a bailar primero con sigilo. El poeta flaco se persignó y se encomendó todos los santos.

¿Quién eres? ¿Hay alguien aquí? repitió el poeta gordo. La copa se desbocó y comenzó a recorrer todo el tablero chirriando cada vez que invertía el sentido de su movimiento. El poeta flaco con su voz serena y metálica, deletreaba las palabras cada vez que el bólido de cristal se detenía imprevistamente sobre alguna vocal. Salud, escribió la copa. Una risa nerviosa sacudió el rostro espantado del poeta flaco. El poeta gordo salió corriendo a la cocina y encontró una botella sin nombre. La olió. Se cercioró de que no fuera lejía o algún disolvente químico. Se palpó la lengua con el dedo humedecido en ese incierto líquido. Me parece que es un siete raíces con chuchuhuasi, que dejó un amigo charapa que alojé hace poco. De la selva su energía. Sirvió tres vasos del brebaje y volvió a suspender los dedos sobre la copa invertida. ¿Pero cómo te llamas? inquirió a la presencia etérea. Todo movimiento cesó. La copa se inmovilizó durante algunos segundos. No quiere decir su nombre. Pregúntale otra cosa ¿Eres poeta? Sí, contestó la copa. Ambos rostros se iluminaron. ¿Nombre, razón o seña particular?

Si acaso me preguntan
dónde estuve.
y si insistentes, quieren
averiguar los sitios que he pisado,
les diré.
Tres meses son tres años,
tres años son tres días,
tres días son tres horas,
y en verdad, en verdad hablando
sólo salía a dar una vuelta
por el parque.

Yo creo que nos están dictando un poema. La copa atravesó las letras pintadas sobre la madera y rechinó hasta hacer crujir los tímpanos. A ver anda apuntando.

Y ya estoy aquí
Nada le ha pasado a nadie,
Yo sigo como siempre
Esperando el verano para maldecirlo.

Yo conozco ese poema, broder. Se lo oí recitar alguna vez en el Palermo. Una extraña neblina cubrió el recinto, las cortinas vibraron, el aire de la sala se vio sacudido por una tensión cósmica. Javier apareció de pronto como una espada en el aire, refulgente y afilada. Los pelos de los dos poetas se erizaron. Una mueca de pánico se dibujó en el rostro del poeta flaco. Sí, era él, con sus ojos lánguidos y a la vez profundos. Los 21 años que tenía cuando fue acribillado por los militares estaban congelados en su mirada limpia. La misma camisa de cuadros sobre un uniforme caqui. Grande, triste y melancólico. Javier, hermano de mi corazón. Cholo del alma. Los tres se apretaron con la fuerza de un abrazo incorpóreo. Tras algunos minutos detenidos alzaron sus copas y brindaron. Salud por el reencuentro. Salud.

¿Cuéntenme, qué pasó con ustedes? preguntó el recién aparecido. Soy profesor de san marcos, dijo el poeta flaco. Pero como siempre estamos en huelga casi no dicto. O sea que tengo harto tiempo para escribir, para vivir y para conversar con los amigos. Tú sabes, si no vivimos, no escribimos. Es cierto sentenció Javier con un aire hamletiano en la expresión. ¿Y tú querido gordo? Yo viví en Paris mucho tiempo y después volví a Lima y me dediqué a escribir la página esotérica de una revista, a fabricar horóscopos y a ganarme la vida con algunos cachuelos. Este país es una vaina, interrumpió el poeta flaco.

¿Y como es la gloria, Javier? ¿Qué se siente? Así nomás. No hay nada que hacer, hermano. Literalmente. Me la paso aburridísimo sin poder escribir nuevos poemas. ¿Es cierto que nadie te arrima de tu pedestal? Por una buena temporada. Pero ni la gloria es eterna. Sólo los muy grandes escapan a esta ley: Homero, Píndaro, Virgilio, Ovidio, Dante, Shakespeare, Quevedo, alguno más. ¿Se acordará alguien de ellos dentro de tres mil años? El poeta flaco sintió un extraño vacío en el esternón, que se parecía al hambre. Era la angustia del combate en vano.

Vamos a la gloria, es tardísimo, me muero de hambre, dijo el poeta flaco mirando su rólex. ¿Para qué? Si vengo de allí y no quiero volver. No, hombre. Tenemos una invitación para tres personas a un restaurante que se llama así. Acompáñanos, pliz. Es un gran festín novo andino, algo así como la nouvelle cuisine pero en versión chola. Javier se quedó en bolero pero igual los siguió. La luz del sol los encegueció por unos breves segundos.

Qué gloria ni que ocho cuartos. Vamos a pasear por Lima. No hermano, en la gloria nos esperan. ¿Tú crees? Nadie te espera allí, gordito. Ese es un círculo muy cerrado, un cenáculo de iluminados, una gavilla de inmortales. La selección es terrible. Nadie asegura que permanecerás allí mucho tiempo. Yo estuve un tiempo y me terminaron sacando. Una obra muy corta como mi vida, adujeron. La competencia es maldita. Por lo general se arman bandos. Los que tuvieron éxito, dinero y notoriedad en vida se enfrentan a los marginales, los disidentes, y los diferentes. Los viejos contra los jóvenes. La tradición versus la ruptura vanguardista. A propósito ¿existirá todavía el Cordano? Claro, cómo iba a morir. ¿Les conté que estuve allí el día que Martín Adán y Allen Ginsberg se conocieron? Cuando lo vio por primera vez, el poeta beatnik se tiró al suelo y comenzó a reverenciarlo. Oh, maestro. Oh, gloria viva de la lengua castellana. Es un honor para mí conocer al más grande poeta de América meridional. Obviamente lo dijo todo en inglés. Ya zafa, zafa, gringo bobo, replicó Martín Adán. Después se volvieron amigos, se acostaron y se escribieron poemas de amor que seguramente rompieron, agregó el poeta flaco.

Oscar Velarde, el dueño del local, los reconoció ni bien cruzaron el umbral de la gloria. Poetas, ingenieros del verso, operarios de la metáfora. Adelante. Llamó al maître y le dijo: Ubíquelos en la mejor mesa. Tráigales un trago mientras se desocupa alguna. Perdonen nomás tanto gentío. Instalados en la barra se decidieron por un coca sour. Te apuesto Javier que nunca lo has probado. Oye, Oscar ¿y cuando nos invitas a navegar en tu yate? interrumpió el poeta flaco. Porque si la memoria no me falla tú armabas unas cuchipandas del carajo en altamar. Óscar sintió la pegada pero salió airoso. Claro, salíamos con Julio Ramón, con Guillermo, y con Fernando. El siroco es una maravilla. Tiene 52 pies de eslora. Dos mástiles. Tres velas: La genoa, la mayor y la mesana. Los poetas ya sentían el bamboleo de las olas, la inclinación alterada de las verticales, la sensación de las tripas vacías y revueltas.

Las aguas. Javier en el acto revivió el escenario de su muerte. Huíamos de Puerto Maldonado con Alaín cuando percibimos que una patrulla nos seguía. Corrimos hacia una canoa que descansaba en la orilla con su cargamento de naranjas y obligamos a sus ocupantes a llevarnos remando contra la corriente. En el primer descuido hundieron los remos y se tiraron al río porque eran informantes de la policía. Debimos matarlos en el acto con nuestro único revólver, pero no atiné a hacerlo. Nunca había matado a nadie. Más aún si parecían unos pobres campesinos selváticos, en nombre de los cuales hacíamos la revolución. A merced de la fuerza del río, la barca comenzó a regresar hacia Puerto Maldonado. De pronto se oyó un primer balazo desde la orilla. Intenté responder el ataque pero mi revólver no tenía potencia de fuego. Alaín buscó protección escurriéndose entre las naranjas.

Javier se miró en el espejo de la barra y no se vio. Desde el fondo de su ser inmaterial surgió una rabia incontenible, una indómita gana de trastornar el orden. Levantó la copa del coca sour y percibió que la copa levitaba en medio del espacio. Y que cuando tomaba de ella, un líquido espumoso y verde se derramaba sobre el piso. La depositó de nuevo sobre la madera y se levantó de su asiento en el bar. Siguió hablando sin parar.

Una bala en el cuello inmovilizó a Alaín y éste se hizo el muerto. Yo en cambio estaba apoyado en la borda y me convertí en un blanco perfecto. Una andanada de balazos de fusil atravesó mi cuerpo, astilló mis huesos y quemó mi carne como si fueran rayos de fuego puro. Una a una fui sintiendo las diecisiete balas que acabaron con mi vida. Un mareo extraño me envolvió mientras la sangre corría entre las naranjas ahuecadas. Después desaparecieron mi cadáver.

De pronto una ruma de platos se vino abajo en la cocina. Una mano fantasmal encendió los fogones y achicharró los aderezos. La humareda llegó hasta los comedores y el chef preocupadísimo por el desmadre comenzó a increpar al personal. La misma mano entreveró los pedidos. Los platos de unos se servían en las mesas de los otros. El maître alarmado corría de un lado a otro tratando de tranquilizar a los clientes. Yo pedí un terrine de camarones. No una causa rellena de erizo. Algo está pasando, señora. A mí tampoco me han traído mi tiradito de pulpo. Perdone caballero. Ha habido un problema en la cocina y su pedido va a demorar. Finalmente, el alma desconcertada de Javier le dio un manotazo al barman y éste arrojó la jarra de coca sour al suelo. Qué malas ondas han traído esos poetas, dijo el maître apretando los dientes. Los mozos los miraban entre sorprendidos y burlones. Están medio locos. Le hablan a un amigo imaginario.

El crujir de los cristales lo trajo de vuelta. Cálmate Javier. No te pongas así. Nos van a botar de la gloria. Los tres se sentaron a la mesa. Después de mucho rato les trajeron la carta. La casa recomienda el pepián de langosta, dijo el maître con cara de pocos amigos. Yo me animo por esta ensalada de anchoas, pallares y paico, dijo el poeta flaco. De segundo quiero un pato a la huaranga con soufflé de zapallo loche, interrumpió el poeta gordo. Fiel a su fantasía el poeta flaco pidió su lomo de alpaca en salsa de funghi porcini, con guarnición de quinua y kiwicha. Y un marqués de riscal casi de oficio. Y de postre unos helados de camu-camu con mermelada de aguaymanto. El maître dirigió sus pasos hacia la cocina. Para mí un cau-cau de pota, dijo inesperadamente Javier. Suena bonito.

Dicen que me enterraron por allí, pero lo cierto es que no hubo fiscal, ni foto, ni nada. Cuando llegaron los periodistas de Lima pusieron una losa de cemento, sin nadie adentro y mi nombre afuera. Seguramente me tiraron al río y mis huesos fueron a dar al mar. Después mi sepulcro vacío corrió la misma suerte. Se lo llevó la crecida. Javier se puso a cantar a todo pulmón: Yo no pido una tumba/ ni una cruz, ni corona/ y tampoco una lágrima/ me aburre oír llorar. Todos voltearon hacia la mesa. Al poeta gordo no le quedó más remedio que hacer de fonomímico: Así como he vivido al azar/ al azar quiero irme/ a otras playas mecido en la hamaca de la mar/ quiero dejar anclado mi corazón vacío/ en un lejano puerto y muerto aún viajar. Unos aplausos resonaron en el salón principal. El poeta gordo se incorporó e hizo una venia. Excelente, muy buena interpretación, certificó Oscar Velarde que se acercó a felicitarlo. Yo no sabía que cantabas tan bien, ironizó el poeta flaco.

Como no tienes tumba, no tiene paz, pontificó el poeta flaco. Ya no te leen, Javier, confirmó el poeta gordo. La revolución ha pasado de moda. La poesía social también, pero hay que hacerse recordar siempre, sentenció el poeta flaco. Algo tenemos que hacer por ti, hermano. Una tumba es fundamental para que te hagan homenajes y romerías. No puede ser que te estén olvidando. Los de nuestra generación tenemos que apoyarnos unos a otros.

Con franqueza, Javier, dijo el poeta gordo ¿Te gustaría volver a la vida? ¿Sabes que no lo sé? Hubiera querido regresar para escribir más poemas, para hacer más amigos y amar con locura a las chicas que dejé por la política. En verdad, les confieso, casi no tiré. A lo más algún polvorín perdido en Huatica. Pero también me pongo en el otro caso. ¿Si no me hubiera muerto pronto, qué habría sido de mí? Seguramente estaría como ustedes, igual de viejo, con los mismos apremios económicos, controlándome la diabetes y la presión, persiguiendo a la esquiva fama, y chupando, comiendo y juergueándome para olvidar las penurias de la existencia. Suena patético, confesó el poeta gordo. Pero al menos todavía podemos bacilarnos, se justificó enseguida. Llegará el día en que no podremos ni limpiarnos el culo con la mano, y se empujó todo el caucau de pota que Javier apenas había picoteado.

Pidieron hasta un pousse café para cerrar el festín. ¿Qué les parece un antiquísimo pisco huamaní? Lo cataron. Está riquísimo. Salud mi hermano. Medio acholado. Tiene lágrima y rosa. Hace tirabuzones. Es transparente como la luz. ¿Y son felices? Yo ando felizmente casado hace como 25 años. Yo también dijo el poeta flaco. Pero de vez en cuando saco los pies del plato. Una canita, tú sabes. Encabalgar mujeres es como encabalgar versos. Sobre todo ahora que estamos en los tiempos erectos del sildenafilo. Parece que algunas cosas han cambiado. Me rectifico, aceptó Javier. Como dice Borges en su testamento apócrifo, alguna relación con los placeres debemos de tener. Bravo, Javier. La anorexia de los espíritus puros, el desgano material, la falta de apetito de las ánimas tristes, no conducen a nada. Salud muchachos. El del estribo.

Ya estábamos por irnos cuando se apareció el maître con un cartapacio de cuero. Creímos al principio que era un recuerdo, una firmita de los invitados para la contabilidad, alguna delicadeza de la casa. Puta, era la dolorosa. Nosotros somos periodistas. Se trata de un reportaje publicitario para la pagina gourmet del Universal. El poeta gordo se hinchó y sacó su carnet. No tiene el sello, señor. Nosotros somos poetas. No somos unos cualquiera. Es bamba, señor. Seguro es comprado en Azángaro. ¿Podríamos hablar con Oscar? Imposible. Don Oscar acaba de partir a un crucero por las Galápagos y no es política de la gloria gastar en publicidad. A nosotros nos sobran los clientes. Sí, gente como ustedes ya me la ha hecho varias veces. Eructando a pavo y encima misios. Ahorita mismo llamo a la comisaría, amenazó, mientras se dirigía al teléfono. Van a terminar entre rejas y con una indigestión del carajo, pensó Javier. Mejor me zumbo.

El poeta gordo se rebuscó los bolsillos y sólo encontró los palitos de dientes de algún cóctel de embajada. El poeta flaco hizo el intento de abrir la billetera. Estaba vacía. Rebuscó un poco más y solo halló los diez soles que su mujer le ponía para casos de emergencia. Qué roche, pensó. Le surgió una vergüenza de poeta. Desprevenidamente miró el rólex, herencia de su padre y se detuvo en su sobrio minutero. No halló más remedio que entregarlo. Se lo dejo en garantía, mozo. Es lo más preciado que tengo. Seguro es también falsificado.

El poeta gordo se acomodó los pantalones y en un movimiento involuntario se palpó la secretera. Mozo, devuélvale el reloj a mi amigo. Aquí tengo plata, creo. Hermano, no te lo había contado. Esta mañana me avisaron por teléfono que me he ganado el premio Nadal de poesía. El alquiler puede esperar. Son como veinte mil darlins. Desenrolló el dinero que su mujer le había encargado pagar y canceló la cuenta. Un charco de envidia inundó el corazón del poeta flaco, pero se disipó rápidamente cuando vio el rólex de nuevo en su muñeca. No era muy tarde. Salieron a la calle y tomaron un taxi rumbo al cementerio. Abrazados se fueron a buscar una tumba para Javier.

Wednesday, August 22, 2007

Cierto poeta...


1
Cierto poeta una vez me dijo que su novia era una gran poeta. Cuando le increpé lo de novia se defendió diciendo, con la misma convicción que un borracho asegura estar sobrio: yo soy objetivo. Hasta ese entonces yo ignoraba por completo que la objetividad se hallaba entre las piernas.

2
Cierto poeta una vez me dijo que no sabía si él era un buen poeta: …y no lo digo por falsa humildad, si no por pura inseguridad.

3
Cierto poeta una vez me confesó que mi poesía era mala. Lo malo fue que me lo confesó luego de que yo le confesara lo mismo.

4
Cierto poeta una vez me confesó que mi poesía era buena. Lo bueno fue que me lo confesó luego de que yo le confesara lo contrario.

5
Cierto poeta una vez me confesó que mi poesía era buena. Lo bueno fue que él no esperaba que le dijera lo mismo.

6
Cierto poeta una vez me confesó que mi poesía era mala. Lo malo fue que él esperaba que le dijera lo mismo.

7
Cierto poeta una vez hizo una antología… simplemente por que él no aparecía en las antologías ajenas.

8
Cierto poeta una vez me dijo: eres un buen poeta. Mi alegría se esfumó tan pronto supe que le decía lo mismo a todo el mundo.

9.
Cierto poeta una vez me confesó: yo daría la vida por oír que soy un buen poeta

10
Cierto poeta una vez se ofendió cuando le dije: creo que en Perú ser un poeta de resonancia nacional es mucha más difícil que serlo en Puerto Rico.


Nota:
1. El susodicho poeta, en Puerto Rico, es un poeta nacional; yo, en Peru, soy apenas conocido en mi pueblo.
2. Área de Puerto Rico: 9,104 km². Área de Perú: 1,285,220 km²

Matemática poética...

Teorema LOA
(Sobre la objetividad del crítico)
Sea
W: Lector
X: Obra
Y: Autor

Sea
A: Crítica que emite W sobre X, cuando W conoce a X antes que a Y.
B: Crítica que emite W sobre X, cuando W conoce a X a la vez que a Y.
C: Crítica que emite W sobre X, cuando W conoce a X después que a Y.

A = B = C W es objetivo

Saturday, August 18, 2007

El Sótano 00931, la historia oficial...


Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/El_S%C3%B3tano_00931

El sótano 00931 es una de las revistas literarias más importante de la historia literaria de Puerto Rico. Esta revista ha publicado a los escritores puertorriqueños más relevantes de la década del 1990 y 2000. La mayoría de las ediciones de esta revista se encuentran disponibles en su página web http://www.elsotano00931.com.

1.
Historia

Esta revista literaria comienza a organizarse el 23 de septiembre del 2000, en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
[1]. Un grupo de jóvenes escritores concibió la idea de publicar en grupo. conscientes de lo difícil que resultaría publicar de forma individual en Puerto Rico, deciden experimentar al igual que otros grupos de promociones anteriores, mediante la fundación de una revista literaria. De esa manera, continuarían la tarea de promulgar la nueva literatura como en su momento lo hicieron las revistas Guajana, Zona de carga y descarga, Ventana, Filo de juego, Taller, entre otras. El grupo entendió, debido a su condición de anonimato, que una revista literaria tendría mayor poder de penetración y alcance que cualquier otro tipo o método de publicación (plaquetas, muestras colectivas o ediciones de autor). Así comenzó a fraguarse la forma de lo que más tarde se denominó: COLECTIVO LITERARIO EL SÓTANO 00931. En la nómina de sus cofundadores figuran: Juanmanuel González Ríos, Jorge David Capiello Ortiz y Julio César Pol –miembros de la Junta Directiva- y Amarilis Tavárez Vales[2], Jorge Rodríguez y Carlos Vázquez Cruz como miembros de la Junta Editorial. No fue hasta un semestre después que la revista pudo ver la luz pública por vez primera, en febrero del 2001. Desde entonces y hasta hoy, año 2007, a la nómina de El Sótano 00931 se han sumado otros importantes compañeros de esfuerzos: Federico Irizarry Natal, Sonia Marcus Gaia[3], Carlos Esteban Cana, Robert William Jara Vélez[4], Kattia Chico y John Torres[5]. Entre los colaboradores de cada una de las ediciones de la revista se encuentran las firmas de algunas de las más importantes voces de Hispanoamérica y la literatura puertorriqueña actual: José Raúl “Gallego” González, Carlos López Dzur, Mario Meléndez, Eddie Ortíz González, Rosa Vanesa Otero, Pedro Cabiya, José Javier Franco, Hugo Ríos, Samuel Sarmiento, Eduardo Asfura, Kattia Chico, Guillermo Rebollo Gil, Leo Zelada, Juan Carlos López-Pérez, Mayda Colón, Kristina Medina, Carlos Tirado, Javier Ávila, Emmanuel Bravo, Elidio La Torre Lagares, Edgar E. Ramírez Mella, Mayra Santos-Febres, Alberto Martínez Márquez, Ángel Darío Carrero, Irizelma Robles Álvarez, Janette Becerra, Mayrim Cruz Bernal, Néstor Rodríguez, Rafael Acevedo, Alejo Sandoval, Antonio Aguado Charneco, Francisco Font Acevedo y José “Pepe” Liboy, entre otros. A todo esto, se suman el siguiente listado de logros que ha tenido El Sótano 00931: creación de la organización estudiantil (el Colectivo Literario), ejemplares en manuscrito (5) y uno digital con versión pdf, presentaciones alrededor de la Isla (Noches de Poetastros) y los encuentros intergeneracionales: (De)Generaciones, entre otros no menos importantes logros individuales y personales de cada uno de los integrantes de la revista. Más aún, El Sótano 00931 ha sobrepasado las fronteras insulares del [8 1/2 (100 x 35) 11] y cuenta con una página Web (www.elsotano00931.com)[6], a la cual se puede accesar gratuitamente para disfrutar de todos lo ejemplares publicados hasta el momento, las reseñas a las distintas ediciones, las actividades realizadas por el colectivo y las críticas hechas a la revista por importantes estudiosos del ambiente académico y literario en general.

2. El Sótano 00931 (Surgimiento del nombre)

El nombre de El Sótano 00931 surge en una de las reuniones que se celebraron en la oficina del consejo de estudiantes de Ciencias Sociales, en la cual, fueron
Juanmanuel González Ríos (El Sótano) y Julio César Pol (00931) quienes propusieron el nombre que, entre otras opciones sugeridas colectivamente, obtuvo el mayor número de votos. Ahora bien, ¿por qué El sótano? y ¿por qué 00931? Las razones podrían ser muchas y distintas, pero no cabe duda que El Sótano nos ubica inmediatamente en la facultad de Humanidades, específicamente, en los salones y los pasillos del sótano de Pedreira, donde se enseñan literatura y lenguas. Dice la Dra. Mercedes López-Baralt en la que fue la primera reseña que se publicó sobre la revista, en abril del 2001, con motivo de la presentación del primer volumen de la revista en la Sala Jorge Enjuto de la Facultad de Humanidades: “Con una hermosa portada de Eduardo Matos Roldán, que muestra la entrada a nuestro ominoso –por ser reino indisputado del hongo- pero tan querido sótano de Pedreira, y con un título que rinde homenaje a nuestra sempiterna brega (sobrevivir en el mundo de lo posible, creando a partir de la precariedad, como nos lo recuerda Arcadio Díaz Quiñones),…”
No cabe duda, a ese espacio frío y oscuro al que alude la doctora López-Baralt, y que llegó a ser –incluso- clausurado por la alta proliferación de hongos letales, hace referencia el nombre y la portada de la revista, y hasta podría simbolizar, para algunos, cierto grado de nostalgia y marginación. Pero no es el deseo, limitar todas las posibles interpretaciones que pudieran surgir del nombre de la revista a una única y exclusiva referencia directa (el sótano de la Facultad de Humanidades), mucho menos, al trillado malditismo que supone la marginalización. Entiéndase esto, no como un simple capricho, sino porque la compleja estructura del colectivo literario, sus verdaderos orígenes, los desmentirían púb(l)icamente. Pero, ¿Qué hay con el 00931? Sí, otra vez nos remite a la Universidad de Puerto Rico y a su exclusivo código postal aéreo, pero –además- dice al respecto el profesor y crítico literario Luis Felipe Díaz en la presentación oficial de la revista que se llevó a cabo en Casa Blanca (Viejo San Juan) y que posteriormente se publicó el 24 de mayo del 2001 en la sección En Rojo del periódico Claridad
[7]: “Algo contradictorio es, sin embargo, el que el espacio del sótano, tan misterioso y marginal, pero tan tangible y concreto, (pues está alli, sólo debemos bajar las escaleras) aparezca acompañado de otro significante tan aéreo y virtual, como lo es el 00931. Se trata de la poderosa zona de la modernidad numérica que clasifica y fija, que sella el lugar más allá de la naturaleza y la realidad, que busca la comunicación rápida y fugaz, que mantiene todos los elementos del código comunicativo sometido a una unidad y a una organicidad artificial. Si bien el sótano nos ubica en lo bajo y lo reposado, el 00931 es espacio de lo aéreo y lo fugaz que pretende después de todo llegar a lo fijo. Tal vez sean los dos símbolos de nuestras versiones modernas del cielo y el infierno”. Símbolos, estos dos últimos, que como bien sugiere Díaz, nos recuerdan el matrimonio del cielo y el infierno (título de uno de los libros de Blake).

3. Tres raíces medulares

La realización de este proyecto a surgido de la fusión de tres grupos paralelos en tiempo, uno proveniente de Arecibo, otro de Cayey y otro de Ponce.
En Arecibo (Recinto de la Universidad de Puerto Rico)
[8], Juanmanuel González Ríos y Amarilis Tavárez Vales[9] junto a Reynaldo Román[10], Hiramia Milán González y Dharma Agustina Padrón Daly, formaron la organizacion estudiantil Arpegios de Versos Frustrados. Dicha organización continuó con la realización del recital poético musical Vocablos en tres verbos multiplicados por π, que en un principio, y de forma independiente, había sido iniciativa original de Reynaldo Román[11]. A este recital que se realizaba semestralmente dentro del teatro de la institución, se sumó otro que se comenzó a realizar en el patio interior de la universidad y se llamó: Utopía del verbo. También hay que añadir la publicación de un único ejemplar de la revista poética Guasábara, cuya dirrección estuvo a cargo del joven poeta y artista gráfico Reynaldo Román[12] y, la selección y corrección, de la profesora y crítica literaria Priscilla Rosario Medina. No se puede pasar por alto la labor como orientador y mentor de la organización estudiantil Arpegio de versos frustados que llevó a cabo el poeta y profesor de literatura José Juan Rivera. Mucho menos, se puede obviar la exposición de Poesía instalada que, con motivo del segundo recital “Utopía del verbo”, se realizó en la Sala de exposiciones de la biblioteca del recinto.
Por su parte,
Carlos Vázquez Cruz fue integrante de la Asociación de Estudiantes de Literatura de la UPR, Recinto de Río Piedras[13]. Sin embargo, en este grupo, la intensidad de los integrantes no resultó suficiente para impedir su fugacidad.
En el centro de la Isla, se formó el Círculo Literario de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Cayey
[14]. Allí, entre otros escritores, participaron Jorge Rodríguez y Pablo Alexis. Este grupo presentaría diferentes lecturas y presentaciones en el recinto de Cayey. Uno de los proyectos del Círculo Literario de Cayey que más trascendió fue Expresiones. Éste, fue una muestra de los escritores del Círculo literario de Cayey y Ponce. Hay que destacar que fue uno de los primeros talleres de edición y publicación de estos jóvenes. Hoy día, de los tres grupos (Arecibo, Cayey y Ponce), sobrevive el Círculo Literario de Cayey[15], bajo la dirección de la escritora Janette Becerra.
En Ponce hubo dos espacios que sirvieron de taller, tanto a
Jorge David Capiello Ortiz, como a Julio César Pol, y contribuyeron a formar parte de las cimientes sotaneras. Estos son La Generación del Nuevo ’98 y la revista literaria Botella al Mar. La Generación del Nuevo ’98 agrupó a más de 15 escritores jóvenes del área sur en lecturas y publicaciones. Luego de la disolución del grupo por el traslado de algunos de los miembros a otros recintos del sistema de la Universidad de Puerto Rico, se comienza a cuajar, de forma independiente, el grupo que constituiría la revista Botella al Mar. Aunque la revista Botella al Mar, se podría decir que naufragó en tierra (fue un proyecto natimuerto), no cabe duda, sirvió de escuela a la hora de sus miembros adquirir madurez colectiva, al contraponer sueños y errores, para aprender a pensar en grupo. Botella al Mar fue organizada por los escritores Jermaín Flores, Sonia Marcus Gaia[16], Federico Irizarry Natal, Jonathan Berríos, entre otros; a este grupo se incorporarían luego: Jorge David Capiello Ortiz y Julio César Pol.

4. Publicaciones

El Sótano 00931 Año I Vol. I

La primera revista de El Sótano 00931 vio la luz pública en el 2001. La portada hace alusión al sótano de Pedreira, en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, Recinto Ríopedrense. En este primer número, homenaje al poeta cialeño
Edwin Reyes, los integrantes del colectivo El Sótano 00931 publican bajo los géneros de poesía, cuento y ensayo. Este esquema ha de mantenerse en los subsiguientes números de la revista. Bajo el género de poesía pubicaron: Ángel Matos (colaborador), Darissa Mantilla (seudónimo de Amarilis Tavárez Vales, miembro del colectivo y co-fundadora), Federico Irizarry Natal (miembro del colectivo y actual director de la revista), Ivette Martí (colaboradora), Juanmanuel González Ríos (miembro del colectivo y co-fundador) y Julio César Pol (miembro del colectivo, co-fundador y director de la revista hasta el 2006). -En el género de cuento publicaron: Jorge David Capiello Ortiz (miembro del colectivo y co-fundador), Enio Cuadrado (seudónimo de Carlos Vázquez Cruz, miembro del colectivo y co-fundador), Francisco Horgel (seudónimo de Jorge Rodríguez, co-fundador de la revista) y Sonia Marcus Gaia (miembro del colectivo). -En ensayo publicaron: Juanmanuel González Ríos (ensayo homenaje a Edwin Reyes) y Pablo Alexis Santos Sánchez (colaborador).

El Sótano 00931 Año II Vol. I

El segundo volumen de El Sótano 00931, es publicado en febrero de 2002. En esta edición se abren, aún más, las puertas a colaboraciones más allá de los integrantes del colectivo. Tal como en el primer número, esta edición se presenta en un código de área -pero esta vez- mucho más subleve. -En esta segunda revista publican bajo el género de poesía: Jorge Acevedo, María Bigai, Mayda Colón, Jermaín Flores, Kristina Medina y Carol Roche. En cuento: Jonathan Díaz, Nicolás Fernández,
Robert William Jara Vélez (quien se uniría al colectivo y revolucionaría a El sótano 00931 al publicarlo a través del internet) y Carlos R. Tirado. En ensayo publicaron: Cynthia Morales y Jorge David Capiello Ortiz (miembro y coordinador de la revista). -Después de esta publicación El Sótano 00931 emprende una nueva aventura con la colaboración de otras revistas, en los encuentros (De)generaciones.

El Sótano 00931 Vol. III, Núm. I

En febrero de 2003 aparece la tercera edición de la revista El sótano 00931, la revista tornará sus ojos con mayor ímpetu a la internacionalización, publican en poesía: Eduardo Asfura, Mario Bigai,
Kattia Chico (quien se unirá al colectivo), Reynaldo Román (artista gráfico de la revista cibernética de El Sótano 00931), Guillermo Rebollo Gil, Migdalia Rivera Ortiz, John Torres (quien se unirá al colectivo) y Leo Zelada. En cuento: David Caleb, Carlos Esteban Cana (director de la revista Taller Literario y quien ha de unirse por igual al colectivo de El Sótano 00931), Juan Carlos López-Pérez y Wilkins Román. En ensayo: Federico Irizarry Natal y Julio César Pol. -Ya en la primera edición de la revista, mostraban imágenes controversiales como la de pies descalzos pisando libros como si fueran peldaños, en esta edición muestran la imagen de una mano sosteniéndo un libro en llamas. Tal vez metáfora de la autoparodia al pisar y destruir lo mismo que elaboran o quizás la entrada al mundo de las letras a través de la destrucción o imposición, o la humanización del conocimiento que sólo puede ser poseído por los dioses.

El Sótano 00931 Vol. IV Núm. I

Cuarto ejemplar de la revista ...

Ciudad Paria (edición especial de El Sótano 00931)

Esta edición de El Sótano 00931 publicada en su página de internet con versión pdf.
[17], es una selección de poemas de los integrantes del sótano y de escritores reconocidos que colaboraron en la misma. Su temática: San Juan, la ciudad, la urbanidad, la urbe... Con un código de área reveladoramente poético, inician su travesía en la ciudad: "San Juan: año cuatro del veintiuno. Puerto, rico en contrabando y cabotaje. Cicatriz entre dos hemisferios desiguales. Urbe, tres barcos más acá del horizonte. Descascarada y vieja: ciudadela oxidada entre barrotes. Filtro de huracanes. Proa que al garete oscila. Sata cosmopolita: lúcida en sus múltiples contradicciones. Fragmentada desembocadura del río piedras. Pedazo de isla, … “decapitada cabeza de patria”. Metrópoli antigua -1521- conglomeración de textos: Ciudad Paria.". -Ciudad paria: muestra de 15 escritores que figuran en la más reciente nómina de la literatura puertorriqueña actual, viene a ser una bitácora de experiencias individuales que retrata, desde diferentes perspectivas poéticas, la experiencia individual del sujeto común (el paria), en una ciudad donde se (con)funden el amor y la encerrona, el desespero, el tedio, la nostalgia, la soledad, el apoderamiento, la persecución, el hambre, la belleza, el crimen, la prostitución, la velocidad, la esperanza, la incertidumbre y el azar. Celebremos, pues, lo urbano y la poesía para que, como cantara Edwin Reyes: surja la ciudad junto a nuestro (a)brazo. -En esta muestra figuran: Javier Ávila, Emmanuel Bravo, Omar García Ojeda, José Raúl González "Gallego", Juanmanuel González Ríos, Robert William Jara Vélez, Elidio Latorre Lagares, Rosa Vanessa Otero, Julio César Pol, Edgar E. Ramírez Mella, Jorge L. Rodríguez Ruiz, Amarilis Tavárez Vales, John Torres, Nina Dimarie Valedón y Carlos Vázquez Cruz.

E.M. El Sótano 00931

Es una antología de poesía y cuento, trabajada por el colectivo de "El Sótano 00931", bajo el sello editorial de Publicaciones Gaviota. Recopilación de 32 poetas y cuentistas que en modo de haiku, elaboran textos cortos en esta publicación (2005, ISSN: 1547-8963). Según su código de área: "es el hastío que le murmura a galope su aburrimiento en un haiku... es el hombre mínimo, sin tiempo, que está junto al reloj..." Esta publicación recopila autores como: Alberto Martínez Márquez,
Amarilis Tavárez Vales, Ángel Darío Carrero, Carlos Vázquez Cruz, Edgar Ramírez Mella, Elidio Latorre Lagares, Federico Irizarry Natal, Irizelma Robles Álvarez, Janette Becerra, Jorge David Capiello Ortiz, Juanmanuel González Ríos, Julio César Pol, Kattia Chico, Mairym Cruz Bernal, Mario Bigai, Néstor Rodríguez, Nicole Cecilia Delgado y Rafael Acevedo, bajo el género de poesía. Alejo Sandoval, Ana M. Fuster, Antonio Aguado Charneco, Braulio de la Barra, Carlos Esteban Cana, David Caleb, Francisco Font Acevedo, Hugo Ríos, John Torres, Jorge Rodríguez, José "Pepe" Liboy, Mayra Santos-Febres, Sonia Marcus Gaia y Wilkins Román Samoa, en el género de cuento.

5. En la actualidad

Hoy (2007), El Sótano 00931 prosigue con la nueva y con la vieja sangre. Actualmente,
Jorge David Capiello Ortiz, Sonia Marcus Gaia[18], Juanmanuel González Ríos, Federico Irizarry Natal, Julio César Pol, Amarilis Tavárez Vales[19] y Carlos Vázquez Cruz continúan en el colectivo. A ellos, se unen Carlos Esteban Cana, Robert William Jara Vélez[20], Kattia Chico y John Torres[21]. Desde el 2007, Federico Irizarry Natal dirige la misma.

Thursday, August 16, 2007

Crónicas de la vida...

¡QUE EL CRISTO DE ELQUI HAGA EL MILAGRO DE SALVAR
EL MUELLE DE PACASMAYO!
Por: Víctor Gómez Ruiz
vagopoeta@hotmail.com


Ha estado caminando las calles de Pacasmayo Elqui Burgos Burgos, el consagrado Poeta que naciera en San Pablo y decidiera tomar a Pacasmayo como su ciudad desde los cuatro años de edad, jugara fútbol en la playa del malecón y derramara palomilladas en aquella celebridad urbana que es el barrio Rázuri, ganara los Juegos Florales en San Marcos con su poemario “Cazador de Espejismos”, radicara un tiempo en México y luego pasara a Paris desde donde viene a intervalos de tiempo un poco espaciados a mi parecer.
El último domingo Elqui tuvo la gentileza de recibirme en la casa que su madre le dejara en la calle de su niñez para permitirme que le obsequiara un ejemplar de mis “Crónicas de la Vida I”, resultándome el gesto enormemente ganancioso ya que recibí de manos del vate su último libro: “El Cristo de Elqui”, el cual comentaré en una crónica aparte. En aquella visita, por espacio de una hora, junto al Profesor y Crítico Literario Alindor Terán, estuvimos recordando anécdotas, cuentos y leyendas que emergen de la sabiduría popular, las cuales Elqui y su distinguida esposa degustaban con avidez. Decidimos no quedarnos en los recuerdos y las palabras enrumbando por la calle Rázuri hasta llegar al Malecón. Entusiasmada la dama francesa, consorte de Elqui, bajó hacia la playa, recogía piedrecillas de extrañas formas y colores, correteaba carreteros y tomaba algunas fotografías. Fue así como llegamos hasta las cercanías del viejo muelle y, al tiempo que el poeta lo observaba con nostalgia me preguntó si no se podía hacer nada por él. ¡Qué tristeza no poder responderle que existía un plan concreto! Le hablé de algunos intentos, le dije que se necesitaba de mucha inversión. Elqui planteó que sólo sirviera para el turismo; propuso una reparación adecuada y que su maderamen – repito, muy bien reforzado – se lotizara para ubicar cafés, restaurantes, lugares familiares etc. Según él, solo eso significaría un enorme atractivo con ingentes ingresos para la ciudad.
Hablar del muelle de Pacasmayo es referirnos al corazón de esta ciudad. En él cientos de familia encuentran el sustento diario, sin embargo es muy cierto que la pesca artesanal ya no es un filón económico que pueda satisfacer las necesidades de empleo de los jóvenes que se incorporan al regimiento de potenciales trabajadores cada año. Sin embargo creo que la idea del autor de “El Cristo de Elqui”, si bien es muy europea, puede trabajarse con ciertos matices. Esa es una tarea de técnicos y expertos profesionales. Esta columna lleva en sus entrañas la esperanza de despertar un sentimiento que permita reflexionar sobre ese histórico y hermoso monumento que los pacasmayinos estamos dejando acabarse merced a nuestra indiferencia.
Cuando caminábamos por Rázuri, Elqui preguntó por qué el abandono de lo que fuera el Colegio “Antonio Raimondi” y en el Malecón hizo lo mismo respecto del viejo local del Centro Social de Empleados, y así preguntaba por cada una de las cosas que los pacasmayinos dejamos que se pierdan. Luego de algunas tomas para el recuerdo e intercambio de ideas nos despedimos por que Elqui tendría un momento sumamente familiar; subiría al cementerio para ver los nuevos mausoleos conteniendo los restos de su Madre y su hermano Miguel, a quienes los había trasladado del nicho a la tierra como un sello inconfundible de su amor por este suelo, al despedirnos sentí la obligación de escribir lo que les entrego en honor a la poesía y con la esperanza que “El Cristo de Elqui” nos haga el milagro de salvar nuestro muelle.