Monday, September 19, 2011

Querer, siempre; poder, a veces

¿Qué sería de una hormiga que anhela ser elefante?: sufriría innecesariamente.

No importa lo que la hormiga haga para lograr ser elefante jamás podrá ser elefante. Sucede que la hormiga quiere ser algo que está fuera de sus posibilidades.

La hormiga sufre porque cree ciegamente que querer es poder. Y claro, si por casualidad una cigarra le dice que querer es poder es una patraña, y que por lo tanto jamás podrá ser elefante, la hormiga inmediatamente la tildará de pesimista, y por qué no, de envidiosa. Y como nadie en su sano juicio quiere ser un pesimista –ni envidioso-, ya que es políticamente incorrecto, la cigarra se retracta. La hormiga ha recurrido a la práctica de la descalificación sistemática para legitimar su optimismo. Pesimista es la palabra mágica que hace de querer es poder una expresión intocable, robusta, incuestionable. De este modo querer es poder se instala como una verdad inamovible en el imaginario colectivo. Pero, ¿querer es, realmente, poder? No lo creo. Es sólo una frase que raya en una esperanza y un optimismo hiperbólicos, una frase que grafica el anhelo, una frase filialmente consoladora para el imposibilitado. La hormiga no importa cuánto quiera, ni cuanto haga para lograrlo, jamás podrá ser elefante. Su anhelo es utópico. Y querer es sólo eso, querer.

¿Es la cigarra realmente pesimista? No, ni la cigarra es pesimista, ni la hormiga es optimista; la cigarra es realista, la hormiga es mitómana, sino cándida. No es que la cigarra crea –anhele- que la hormiga no pueda ser elefante, lo que sucede es que la cigarra sabe que la hormiga no puede ser elefante, lo cual es diferente. Es decir, el pesimismo de la cigarra proviene del conocimiento, más no del anhelo, de la creencia.

–Cargaré sobre mi espalda esta canica de plomo –comenta la hormiga
–Ajá, claro. No ves que es una miga –comenta la cigarra
–¡Tú siempre tan pesimista!
–Pesimista no, una optimista bien informada

No es malo querer, lo malo es creer que podemos lograr todo lo que queremos, ignorando que el mundo de las cosas que queremos siempre es y será mucho más amplio que el mundo de las cosas que podemos. No podemos conseguir todo, sino sólo aquello que está dentro de nuestras posibilidades. Se puede querer todo, se puede lograr un poco. Lamentablemente, nuestras posibilidades no son ilimitadas como erróneamente o malvadamente el querer es poder nos profesa.

La lectura más errónea es asumir a querer es poder literalmente. Es decir; asumir que basta con querer para obtener algo. Una lectura menos errónea es asumir que no basta con querer algo para conseguirlo sino que es necesario un esfuerzo. Si bien la segunda lectura es menos errónea, no es menos dañina; aún solapa tras su aura de esperanza y optimismo hiperbólicos una verdad hipnótica: nuestro esfuerzo es infinito.

Una hormiga lenta corre tras una miga que es cargada por una hormiga veloz. La hormiga lenta presa de querer es poder correrá tras la miga hasta morirse. El alcanzar la miga es sólo cuestión de tiempo piensa, querer es poder así se lo dicta. Querer es poder no le permite pensar en la posibilidad de que no podrá conseguir la miga debido a que la hormiga veloz se lo impide. Querer es poder alumbra la miga, mas no alumbra a la hormiga veloz. La miga no le es inalcanzable a la hormiga lenta porque la hormiga es lenta o la miga es de otro mundo, sino porque la hormiga veloz se lo impide. Querer es poder aboga silenciosamente porque la miga no luzca utópica, y porque la hormiga lenta no tome conciencia de la competencia abusiva y desleal ejercida por la hormiga veloz.

Una cosa es que una hormiga quiera ser elefante, otra que quiera una miga que está sobre la mesa, y otra que quiera una miga que reposa sobre el lomo de una hormiga que corre velozmente. Querer algo que está fuera de nuestras posibilidades, bajo la tutela de querer es poder, nos condena –a priori- al fracaso, al dolor; mientras que bajo la tutela de hay que saber querer, no.

El antídoto a querer es poder es hay que saber querer. La segunda expresión a diferencia de la primera implica el conocimiento consciente de nuestras propias limitaciones y/o capacidades; implica aceptar que nuestras posibilidades son finitas. Finalmente, yo, al igual que la hormiga lenta, también creo que querer es poderpero sólo lo posible.

Monday, September 05, 2011

NOSTALGIA DE BARRO por Ornitorrinco Editores

TODO EL AMOR A LA TIERRA

El corazón de todo ser humano aprende del amor desde el momento en que lo invade la llama dulce de la patria chica, del pueblo que cobija su niñez sin esperar nada a cambio. Y el poeta Robert Jara lo ha sabido siempre, por ello estos cantos están dedicados a la tierra que lo vio nacer, crecer y le enseñó la vida.

Sosteniendo este sentimiento bajo el sol de la añoranza, Jara ha logrado perfilar un estilo particular en el que el ritmo de la versificación danza despabilado como los veloces vientos de su región, y donde el trabajo expresivo se organiza con la presencia de los componentes propios de su tierra, partiendo de un manejo lingüístico adquirido en lo más alto de sus influjos literarios.

De este modo, Nostalgia de barro –compuesto por tres libros independientes– fluye como un conjunto lírico en el que la vibración terrígena y las inquietudes de la técnica son la mejor amalgama para comprender el corazón de este poeta enamorado de sus raíces. Lo cual constituye la mejor manera de embarcarnos en la vastedad histórica y vivencial de la cultura del norte peruano.

Lima, agosto de 2011

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Ornitorrinco Editores (Lima, Perú)
Sello editorial dirigido por el escritor Ricardo Ayllón