
Tristitia, Valdelomar, palabra hermosa, que por sí sola suena y sabe a tristeza, a nostalgia...
Tristitia, poema donde mi mamá, Valdelomar, aparece llorando mi ausencia.
Aquí aquel poema que despierta en mí todos los recuerdos que un día le pertenecieron a Abraham Valdelomar Pinto, aquel inquieto literato peruano que el año 1918, a pocos meses de su muerte (1919), estuviera de visita por mi pueblo, Guadalupe.
TRISTITIA
Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar.