Thursday, August 02, 2012

Jorge Hidalgo Rosales

Rosa de los vientos

(Poema incluido en la plaqueta Cuatro más)


A Juan Ojeda, sobre el asfalto infinito

Entonces ella se deslizó, despertó mi olfato,Pasó cimbreándose con ruido de vidrios fragmentados
Y yo le canté así en su cadencia:
Tu cuerpo espiga de trigo, brisa dulce mi mirar.
Y ella oyó, tornó su faz hacia mí, sonrió,
Me atravesó con la brasa miel de sus ojos,
Con el río diáfano de su armónico resuello.
Los pájaros del aire chorreaban arco iris de su dorado plumaje.
(Ya más tarde yacía yerto sobre el pavimento entre las aspas
torneadas de sus muslos de rosa como maderos tiernos,
la sangre sobre mi morado labio brillaba con el fulgor ámbar de la avenida)
Y una voz que atizó mi horror cantó o rezó :
Un cuerpo destrozado sobre el asfalto vale menos
que las olvidadas envolturas de las mercancías;
Ebrios danzantes de las anónimas noches de la ciudad.

Las corneas opacas, los músculos duros, inflexibles...

Y volvió a girar su rostro hacia mí, sonrió,
Me miró con ternura desde sus juncos largos y curvados al viento,
Me escudriñó con todas sus armas desde su profunda prominencia
Me incendió con un repentino fogonazo de sus ojos

Y se puso a cantar hasta que su aliento a geranios derritió la cera de mis oídos que drenó densamente sobre el piso del navío.
Su canto se hizo claro como un trompetazo a medianoche
Y reventó los robustos nudos que me retenían al firme mástil.

La otra voz tornó a cantar, rezar o aullar:

Qué eres ahora amasijo de vísceras remolcado hacia autos de hielo sobre cuyo lomo habitan hembras estremecedoras poco hábiles en el arte de encantar a náufragos y argonautas.

Ya el canto se había urdido en mis tejidos magullados.
Yo navegaba con destreza sobre un mar afable y desierto.
Y el rumbo de mi nave inauguraba gigantescos peñascos con moluscos encadenados a la porosa superficie,
Los colores eran cosa reciente en las umbrías grutas de musgo tupido
Y de un modo inexplicable ya comprendía que el fulgor de sus ojos me aguardaba al final de los abismos
Y que su canto embriagador era tan sólo el guía mío en la densa sombra del poniente.
Y augurándome el cielo constelaciones favorables orienté mi astillada proa hacia los ignotos confines del océano.

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Jorge Hidalgo Rosales:
Nace en Lima, el 28 de febrero de 1959. A los pocos días de nacido su familia regresa a vivir a Guadalupe, donde él vive su infancia y su adolescencia. A los 16 años parte a Lima, por motivos de estudios, en donde vive actualmente. Vivió un buen tiempo en el puerto de Chimbote. Desde entonces, jamás ha vuelto a Guadalupe.


Médico Cardiólogo de profesión, egresado de las aulas de la Universidad Mayor de San Marcos. Su poesía ha sido publicada en plaquetas y revistas de Lima y Chimbote. En marzo de 2001 obtiene el primer puesto en el concurso de poesía César Calvo, organizado por el Hospital Dos de Mayo de Lima con el poemario: La influencia del chilcano de guinda sobre la sístole cardiaca (Ediciones Isla Blanca, 2002), que fuera escrito en la década del ´80. Tiene inéditos los poemarios: Arcano xvi y otros poemas, Lobo hombre en Paris, Canciones para escuchar el último día de tu vida, y la novela corta, ambientada en Guadalupe, durante la feria de la virgen, llamada: Aprendiz.


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