Sunday, July 29, 2007

Grupo Literario Signos...


Desde Lambayeque, norte peruano, un envio especial de los jovenes (y amigos) poetas del grupo literario Signos, con quienes he compartido poesia y alcohol.

Aquí un racimo de este prometedor grupo de artesanos de la palabra.

JOSÉ ANTONIO ABAD ASCURRA

Ritual

A Blanca Varela

Diana agoniza entre las sábanas
donde la araña del sueño teje su memoria.

Mira su cuerpo desnudo en el espejo
y se esconde en la demencia.

¿Qué oscuros rituales desencadenan
los objetos perdidos?

Diana ignora los presagios.

Revelaciones

I
No inventes otro vuelo.
Estás destinado a arrastrarte en el polvo
y envidiar
las alas de las moscas.

II
Nos espera otra caverna detrás de los párpados.
Despertar es descubrir que no había luz.

III
La incertidumbre fue un largo simulacro
para seguir buscando,
para continuar hurgándonos los ojos
y los sueños.
Nos manipularon burdamente cada instante.
Nunca salimos de la oscuridad del primer reino.


CROMWELL PIERRE CASTILLO CABREJOS

El Poema

Por cada sueño que te habita
le nacen alas conocidas a mi vuelo.
Oh región desconocida y habitada de mi cuerpo
todo sueño que prolongas es definitivo
y todo vuelo que me hace conjugarte
me lleva a tierras más lejanas que la tuya.
Tiene de condena tu origen terrenal o pedregoso.
Y yo que también soy ave,
tengo una jaula dentro de mí
-esperando por mí mismo-, aquí
en mis entrañas.

Resonancia

De tus manos
a tus ojos,
hay un ángulo que se cierra
presto a infiernizarte.
Dices que hay millones de puntos-luz
que te circundan,
pero sabes que eso es un conocimiento ingenuo.
Al mirarte,
yo no poseo diferente dimensión que la tuya,
porque en ese continuo juego de las escondidas
tampoco daré conmigo.
Nos negamos; es ineludible
aún cuando el cuadro se enmarque
con la mínima sensación de buscarnos, sin reconocernos.
Cabe la posibilidad de quitarnos las manos de encima,
cabe la posibilidad siquiera de envidriar nuestros ojos
por unos instantes, sin comprendernos.
Entonces somos el escape,
somos una fuga sin salida de emergencia.
El infierno no son los otros,
somos nosotros mismos,
en busca de la última propagación del mal
que son nuestros sentidos.


RONALD CALLE CÓRDOVA

No preguntes

No preguntes por el vino
y tu copa,
apenas siento la caída de mi cuerpo
hacia un vacío sin edad, sin nombre.
No preguntes por la hora,
igual es tarde o temprano
cuando los caminos esconden tus palabras.
No.
Quizá soporte menos si digo nada,
aun así, el vino
miente a mi boca y te multiplica
como el milagro de los panes.

Travesía bípeda

El camino es largo y tu descanso
teórico,
has emprendido la carrera de la vida;
¡Corre que no hay tregua,
estás a punto de llegar!

En verano a veces llueve.
Aún no llores, aún hay hambre,
aún hay sed, aún hay voluntad,
aún hay ganas...

Extasiado has trabajado en tu sosiego
perturbado te has reído de este mundo
y cuerdamente
has sentido el peso del tiempo
en una lágrima
sentado, parado, qué más da,
si tus ojos ya cansados de la espera
se han posado en el vacío azul, infinito.

¡Detente!
allá también hay soledad
pues pesa, pues dura, pues cansa…
esta hebra llamada andar.


CÉSAR AUGUSTO BOYD BRENIS

Amor irreductible

Si surge el verso surges,
deshojándome
bajo la apariencia de todas las manos
y rescatas las palabras que naufragan,
también las divididas y lo fértil.

Liberas lo que es blanco en lo que es negro
y reanudas
canciones conjugadas.
Merecemos el romance,
el orden de las cosas,
la locura.

Y si desaparecemos por instantes
es una magia distinta, un hechizo
de estar vivo, una corriente
que nos lleva al firmamento de buscarnos.

Ya no falta la marea en el mar de cada día,
perteneces a este beso
frente a todo lo que es viento, lo que es ola,
lo que es vida.

Lady Chatterley

A Lisbeth Carpaccio.

Si por los andenes de la ciudad cayera nieve
habría camino en las palabras y la villa,
camino inexacto entre la nieve y el refugio
de los amantes que somos.
Iría con un refrán al modo del que anda:
corazón seducido, cuerpo esclavo.
Te hallaría fumando en el cenáculo
con nóminas de humo entre tus gestos.
Y en ese secreto de encontrarte, Lady Chatterley,
me hablarías de un Clifford sin silueta,
sin su sombra siquiera en la pared.
Habría una canción de Serrat en el fondo del viento.
Creeríamos en lo angosto de los ojos
cuando culpamos al pecado,
cuando nuestros espíritus no retornan por sus carnes.
Si al encontrarte y sentir que no sueñas
confiaría en tus pasos hasta mí
y con otra canción de Serrat se iniciaría tu sueño
tan blando como la nieve a tus espaldas.
Así oscilaríamos los besos en la hora portentosa
dejando el rastro lejos de las calles,
lejos la vida normal esparcida en nuestros cuerpos
para tratar de completar lo incompletable
.

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