Friday, March 10, 2006

Los paradigmas...

Darwin dijo una vez, y desde entonces no hay quien lo contradiga, "el más fuerte será quien sobreviva". El más fuerte presagiaba, será el privilegiado de la "selección natural". Si bien Darwin se pronunció respecto a la biología, no hay duda que dicho pronunciamiento aplica también a la conducta humana.

Quizá Darwin debió decir: "el más fuerte será quien sobreviva; y los que a su sombra se arrimen"

En el mundo cada cierto lapso de tiempo, bajo cierta coyuntura, los patrones culturales, morales, sociales, etc., gozan de definida vigencia; para luego tornarse apendicitarios, anacrónicos, minúsculos, reaccionarios. La élite propulsora de estos patrones genera sus propios "paradigmas", en los que depositan sus patrones epocales para poderlos perpetuar. Es así como aparecen estos seres, de la nada, convirtiéndose en genios, gigantes, héroes, dioses...

La pereza, la miopía, la comodidad de montarse a caballo ya domado, son el abono perfecto para que florezcan "los paradigmas". "La élite" aprovecha sabiamente esta coyuntura. Apoltronada en sus "patrones epocales", arroja anzuelos anestésicos a la sociedad, y ésta pica. Y la valoración, resultado vivencial intransferible, que degenérase cuando sólo es hija de academia pura, termina siendo transitiva, tradicional, hereditaria. Si no, ¿cómo es posible que por allí "pepe" ande alardeando que Neruda o Vallejo es tremendo poeta, que Cortazar o Fuentes o Vargas Llosa es genial novelista, que Chejov o Quiroga o Juan Rulfo es fabuloso cuentista? ¿Cómo es posible si "pepe" jamás los ha leído concienzudamente? ¿Y Cómo es posible que otro "pepe", quien conociendo a conciencia la obra paradigmática, se regodea inamoviblemente dentro de los linderos de ésta, incapaz de aventurar su "reputación" y poner las manos al fuego en nombre de autores noveles, no proclamados?

La disculpa, a lo Darwin, es: cuestión de supervivencia. Esto significa que si no se es culto, por lo menos hay que aparentarlo; si se es crítico del gobierno de turno hay que aparentar lo contrario; si se es pobre hay que aparentar estar del lado del rico; etc.

Por un lado, el hecho de que la valoración es personal; y por otro, el no poder excluir la posibilidad de ser el lacayo de cierto paradigma, me asisten a poner en tela de juicio, o por lo menos a no asumir tan inopinadamente la grandeza de una obra paradigmática. Además, el tiempo confabula en contra: poco a poco borra el hilo que permite discernir con claridad si tal "grandeza" es genuina o es debido a la fuerza inercial del propio paradigma.

El "paradigma" una vez nacido se alimenta del grito incondicional de los pepes, que nunca faltan. Luego tórnase autosuficiente, y vuélvese incontenible.

La incondicionalidad de los pepes, es justificada por Darwin. Los "emisores", desbordados de una convicción envidiable ensalzan al ídolo y su obra; luego, como tributo, terminan siendo los depositarios garantizados de los aplausos frenéticos que ofrecen los "receptores". El triangulo se cierra, sin que los pepes sean capaces de aventurarse a correr los riesgos que implican el defender la obra de un desconocido.

Los "pepes", cobijados bajo la sombra del paradigma, más lacayos que nunca, pretenderán que cualquier intento de solearse a la orilla de su trinchera es herejía; y, enano todo hereje. Han convertido al paradigma, sin quererlo, no en un "modelo" deseable, si no más bien en un lastre odioso, en un muro que limita.

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